Para rastrear lo que más se parece a lo que hacemos en Tienda Pasquín cuando hablamos de posters adhesivos y reposicionables, más que ir a la palabra o designio bilingüe (poster), hay que buscar en los orígenes del cartel. Éste, se anuncia en la web, es un anuncio para difundir una información, un evento, un bien económico (ya sea producto o servicio), una reivindicación o cualquier otra causa. En ellos, además de información, también puede haber arte y originalidad, condiciones inmersas al servicio de los fines descritos o de campañas publicitarias mucho más amplias.
¿Cuándo partieron?, ¿a quién se le ocurrió por primera vez pegar uno en una pared con la idea de entregar un mensaje?. Se supone que el cartel de propaganda electoral encontrado en los vestigios de Pompeya y conservado en muy buen estado por el efecto de la erupción del Vesubio, es considerado uno de los primeros carteles de la historia.
Aunque los encontrados en Pompeya son una prueba irrefutable de que en la Antigua Roma ya existían los carteles, estos no eran, en realidad, más que mensajes manuscritos sobre la pared. No será hasta el año 1440, con la invención de la imprenta, cuando se den las condiciones necesarias para comenzar a producir carteles de un modo más parecido al que conocemos hoy en día: en papel.
Otra cosa es con imprenta
El primer cartel de la era Gutenberg data de 1477 y lo firma William Caxton —el primer impresor de Inglaterra—; se trata de un cartel publicitario que enumera los beneficios de las aguas termales. En 1482 aparece en Francia el primer cartel ilustrado, de la mano de Jean du Pré. Como se adivina, la llegada de la imprenta lo cambió todo al develar sus posibilidades como expresión artística, donde famosos dibujantes y pintores contarían con sus modelos de trabajo como por ejemplo Henri de Toulouse Lautrec.
Cartelería en general, posters de películas, eventos, ferias y encuentros variados… si se quiere ir hacia el primer intento de un cartel promocional para el cine, hay que viajar hasta finales del 1800, cuando los inventores del cine, los hermanos Lumière los usaron ya en sus primeras proyecciones, confiando el trabajo artístico a Henri Brispot, Abel Truchet o a Auzolle, autor del histórico cartel que muestra a una familia en primera fila de butacas como espectadores de El regador regado («L'arroseur arrosé»), comedia de 1896
Mientras en Europa se percibían influencias del Art Nouveau, en Hollywood cada productora tenía su propio estilo; así ocurría con los carteles de la First National para El chico (1921) o de la United Artists para La quimera del oro (1925), ambas de Chaplin, o de El maquinista de la General (1926), de Keaton.
Todos los carteles tienen la intención de promocionar productos con la finalidad de que sean consumidos, se puede decir que el cartel informa y forma, informa sobre un objeto, evento o servicio y su vez forma a la sociedad al crear en el imaginario colectivo. El cartel o el poster (y hasta los stickers en tu refrigerador), están ahí, también, para embellecer el lugar donde vives y contar cosas sobre tus gustos y por qué no, sobre quién eres.